DESPERTABA Y ...

Despertaba, todos los días, siempre del lado derecho de la pared, aquella mañana no fue como las demás se levantó alrededor de las siete, justo cuando empezaba a sonar la alarma, saco una mano por debajo de la colcha, que parecía haberlo envuelto, cual momia egipcia que espera su sarcófago, miro raudamente el calendario, casi no lo podía creer, era martes, y al costado del martes el número indicaba 25, acaso estaría tan viejo ya que no se había acordado de su onomástico, en fin, se repuso de la sorpresa y decidió esperar a que alguien llamara para saludarlo, así que decidió quedarse en cama por algún rato más.
El reloj avanzaba lentamente casi ni había pestañeado cuando de repente sonó el teléfono, inmediatamente brinco de la cama, entusiasmado, corrió al teléfono, con la sabana encima, y por desgracia, se tropezó con la misma y cayo de bruces, intento reponerse del duro golpe, el teléfono aun sonaba como queriendo apurarlo, al fin pudo ponerse de pie, anduvo desnudo por su sala, y en el preciso instante en que levantaba el auricular, el ring cesó, maldijo el piso, la sabana, la cama, sus ideas egocéntricas, se maldijo el mismo, respiró profundo contó hasta 10, o 20?, regreso a su cuarto, y se estuvo preguntando quien sería, y casi de inmediato pensó sería Juan?, - su mejor amigo e inseparable compañero de inacabables noches de ron y cerveza, no! - a esa hora debería estar en el trabajo, o acaso Paola?, - cogió su toalla, y se dirigió al baño, abrió el grifo del agua y se puso debajo de la ducha, había cogido el champú, cuando nuevamente comenzó el teléfono a sonar, abrió la llave del grifo y el agua fría que de la ducha salio lo dejo petrificado, el que siempre se había bañado con agua tibia ahora tenia que reponerse de aquel embiste, así que se enjuagó la cara, el teléfono seguía sonando pronto ya se encontraba frente a el así que lo iba a levantar cuando sonó el timbre de la puerta, ¡Maldición!, exclamo y se detuvo a pensar en que haría primero si contestar el teléfono, quizás seria la misma persona de hace unos instantes quien estaba insistiendo una vez más, para saludarlo por su onomástico, o mejor se dirigía a la puerta y averiguaba quien era, total si querían saludarlo de verdad, volverían a llamar, el teléfono seguía sonando y la puerta también, esto parecía haberse convertido en una competencia sónica, por fin se decidió a contestar primero el teléfono, debería ser algo importante pues ya llevaba largo rato sonando, así que levanto el auricular y solo escucho el tono que indicaba que se había perdido la conexión, rápidamente se dirigió a la puerta pero se hallo desnudo y con champú en la cabeza, así que enrumbo a su cuarto en busca de algo con que cubrir su robusto vientre, pero no hallo nada, recordó haber dejado ropa en el cuarto de lavado pero esto pareció no importarle, no debía hacer esperar a esa persona o personas, a lo mejor eran los vecinos que se había organizado para sorprenderlo con motivo de su cumpleaños, así que se puso la toalla encima y se apresuro en abrir la puerta, dibujo su mejor sonrisa y abrió la puerta, frente a el se encontraba uno de esos vendedores de los que abundan en Lima y que intentan venderle a uno de aquellos productos multiusos, a un precio increíble, algunos vienen hasta con regalos decepcionado lo miro de pies a cabeza, leyó el nombre que colgaba de su brillante fotocheck se llamaba igual que él, esto lo conmovió, recordó haber comenzado casi como él, trabajando en la calle, así que escucho aquel discurso aprendido de paporreta y muy vació, pago los 15 soles que costaba aquel producto quita manchas, se despidió con un tono amable, y cerro la puerta.
Ya de regreso en la ducha recordaba tener un pantalón en la gaveta del segundo cajón, muy refundido casi enterrado y viviendo sus últimos días al que nunca le había podido quitar una mancha, ya en su cuarto busco el pantalón y lo limpio con aquel producto, procuro no echar mucho de aquel liquido transparente y con olor a lejía, esta bien que el pantalón sea viejo pero tampoco quería echarlo a perder, casi no lo podía creer, en el acto la mancha había desaparecido, lo plancho y se lo puso, tenia que apurarse pues no quería llegar tarde al trabajo, así que bajo presurosamente las escaleras, y al introducir la mano en el bolsillo encontró una vieja tarjeta despintada, testigo del paso del tiempo, encontró en ella un numero, este no se le hacia familiar así que lo volvió a guardar y se fue a su trabajo. Entro muy despacio a la oficina, debía darles tiempo a todos para que lo saludasen, cosa extraña nadie se inmuto al verlo, todos lo saludaron como de costumbre y el sintió morir, Ja ja ja, pensó para si, deben haber organizado algo para el almuerzo, les voy a seguir el juego pensó, ya en su escritorio encontró un sobre con un remitente desconocido, así que tomo entre sus manos el papel y lo rompió, el mensaje era muy extraño decía:
“DESPIERTA HOY ES EL DIA…”
Bueno él sabia que obviamente, era el día, era su día, acaso alguien quería jugarle una broma, si era así era de muy mal gusto, metió la mano en su bolsillo y el papel seguía allí, decidió ver bien los números, pues había algo en ellos, que le llamaba la atención:
“97 34 56 54”
Si, ya lo recordaba ese día había salido con Paola, su gran amor, siempre había estado enamorado de ella, desde primaria, pero nunca se había atrevido a decírselo, por eso mientras almorzaban la salsa le había manchado el pantalón y cuando se despidieron ella le dio su tarjeta, bueno que extrañas coincidencias, no le dio mayor importancia, pues, tenia que terminar de revisar unos balances del primer semestre del año y le faltaba mucho por terminar, el reloj avanzaba muy despacio, aun faltaba mucho para la hora del almuerzo, y el trabajo no avanzaba, la gente, le bullicio de una oficina pública lo había cansado.
Ya faltaba menos de una hora y ya tenia listo el reporte, cuando de pronto sonó el teléfono, era una llamada interna, lo sabia por el color verde del pequeño foco del teléfono, al levantar el auricular, escucho del otro lado la voz de su jefe , a lo mejor querrá saludarme personalmente, claro, de eso se trataba a lo mejor sus compañeros se habían enterado de aquel detalle y por eso se habían molestado con el, que ignorantes, que se mueran de la envidia, se apresuro a contestar la llamada:
- Sr. Rojas, necesito hablar con Ud, así que acérquese a la oficina inmediatamente.
- Muy bien, en seguida estoy por ahí
La oficina no esta muy lejos del despacho, así que se dirigió raudamente a la oficina, entro sin anunciarse ante la incrédula mirada de la señorita secretaria que no pudo hacer nada en su vano intento por detenerlo.
- Bueno Sr. Gálvez hoy es el día, espero que haya planeado algo…
- Si, muchas gracias en serio, no pensé que se tomaría la molestia de mandarme llamar, la verdad que quería pedirle el día libre
Su aspecto cambio enseguida, sus ojos se tornaron rojizos, el ceño se le frunció, los pómulos se inclinaron hacia delante y cruzo los brazos
Creo que hay un error Sr. Gálvez, lo hice llamar porque hoy es el día en que comienza la reducción de personal y quería informarle personalmente acerca de su despido, Ud. comprenderá que se debe a causar de fuerza mayor
No supe si comenzar a reírme o llora de la impotencia.
Así que me di la vuelta y me dirigí a la puerta, a lo lejos escuche un ¡Feliz Cumpleaños Sr. Gálvez! y creame que lo siento.
Comencé a limpiar mi escritorio, el mismo que había utilizado por mas de 18 años, cuantos recuerdos, cuantos cafés habían adornado mis mañanas mas frías, trate de limpiarle algunas manchas pero casi fue inútil, el tiempo se había encargado de hacerlas eternas, al fin tenia todo listo, mis apuntes, los libros de contabilidad, el fotocheck, la computadora portátil, en fin, me encontraba cargando mis restos por toda la oficina, cuando al atravesar la puerta una voz fuerte, reseca y melódica me llamaba, era el Jefe…
(UN RUIDO INFERNAL INVADIÓ LA HABITACIÓN, ERA EL DESPERTADOR)
Que sueño tan terrible, y si todo eso hubiera sido cierto, a lo mejor era un sueño premonitorio de lo que el destino había preparado para su cumpleaños numero 33, el despertador se había caído hasta llegar debajo de la cama, eran cerca de las siete de la mañana, se apresuro a levantarse, quería estar listo para enfrentarse a su destino. El reloj avanzaba lentamente casi ni había pestañeado cuando de repente sonó el teléfono, inmediatamente brinco de la cama, entusiasmado, corrió al teléfono, con la sabana encima, y por desgracia, se tropezó con la misma y cayo de bruces, intento reponerse del duro golpe, el teléfono aun sonaba como queriendo apurarlo, al fin pudo ponerse de pie y se quedo frente al teléfono que aún seguía sonando…
Escrito en Lima
14 de Diciembre de 2004 &
18 de Febrero de 2005
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